divendres, 11 de juny del 2010

Chipre: donde Afrodita surgió del mar

La primera playa que visité en Chipre fue la de Πέτρα του Ρομϊου (roca de los griegos), en el suroeste de la isla, a 25 km de la ciudad de Pafos. Según la mitología, Afrodita nació en este mismo lugar fruto de una ola gigante. A lo largo de la historia, fueron muchos los que acudieron a ese lugar mitológico para adorar a la diosa del amor. Gracias a los peregrinos, se construyeron numerosos templos en la isla en honor a Afrodita, incluso unos baños cerca de Polis, al norte de la isla, que no tuve tiempo de visitar. 
Como buena mediterránea, me imaginé una playa chipriota de forma análoga a las nuestras. Me equivoqué. Para acceder a la Petra tou Romiu tuvimos que aparcar al otro lado de la carretera y pasar un túnel estrecho y oscuro que desemboca a la playa. El suelo de la playa estaba cubierto por piedras redondeadas por el agua y solamente en la orilla  había indicios de arena. A pesar de ser un lugar de interés turístico, no había casi gente. Éramos pocos, con espacio más que suficiente entre toalla y toalla (sobre piedra). La mayoría eran chipriotas. Pensé, si ellos mismos vienen aquí, será porque merece la pena. Y en efecto, merece la pena. El agua, caliente. Cero nubes. Cielo azul. El calor, sin asfixiar.  Dicen que si das tres vueltas nadando a la roca principal de la playa, de dónde surgió la diosa, tendrás suerte en el amor. Nos bañamos prolongadamente en agua turquesa, con poco movimiento de olas. Si en Chipre el tiempo transcurre más lentamente, aquí no hay relojes. 

Volví a ese lugar mitológico. Nos avisaron de que se preveía una lluvia de estrellas bastante visible y decidimos no perdernos esta ocasión. Observamos el atardecer, el amarillo, el naranja, el rojo, fundiéndose en el azul y el ocre. La playa, si ya estaba poco transitada por la tarde, se quedó desierta en la noche. Y aquella noche fue mía. Tumbada sobre la toalla boca arriba, vi como caía una estrella, y después otra, y otra. Y me acordé de mi padre, cuando de pequeña me decía  que mirar a las estrellas es mirar al pasado. Y pensé que ocho millones de años luz son muchos años, que a lo mejor, las estrellas que ahora parpadeaban habían visto nacer a Afrodita, o a la primera mujer de la historia, o al primer ser vivo. La naturaleza pueder ser escalofriante, pero es bella. Cayó otra estrella y pedí un deseo. Lo pedí en Chipre. En una playa desierta con el mar de fondo. Lo pedí en el nacimiento de Afrodita. Y lo pedí de verdad. Es imposible que no se cumpla.

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